Nuestra Región
    DSC06977_3.JPG
    DSC06977_3.JPG
    previous arrow
    next arrow

    Juan Martín de Conyedo y Rodríguez: Padre Conyedo (1687-1761)

    Inicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivadoInicio desactivado
     
    Valoración:
    ( 0 Rating )
    Pin It

    Nació a fines del mes de octubre de 1687, fue bautizado el 27 de octubre de ese año por José González de la Cruz. Fueron sus padres Juan Martín de Conyedo, natural de Asturias y Juana Manuela Rodríguez Arciniega, natural de Remedios. Quedó huérfano de su madre muy pequeño y el padre se retiró a servir en la iglesia en La Habana por lo que lo adoptaron sus abuelos el Alférez Mayor, Gaspar Rodríguez de Arciniega y Ana Yera.

    Conyedo con menos de dos años de edad, estuvo entre los remedianos que fundaron a Santa Clara, donde creció hasta que muy joven aún marchó a la Habana a estudiar la carreara eclesiástica, con recursos económicos muy reducidos porque solo contaba con la herencia dejada por sus abuelos que ya habían fallecido también.

    Después de ordenarse sacerdote regresó a Santa Clara y en mayo de 1712 fue nombrado sacristán mayor interino de la iglesia parroquial mayor. En este año abrió una escuela con lo que inició en Santa Clara la enseñanza escolarizada. Acometió la empresa de edificación con mampostería y teja la ermita de Nuestra Señora de la Candelaria para destinarla a convento de San Francisco y con sus recursos personales adquirió la casa y el solar contiguos para ampliar la construcción y establecer el hospital de caridad Nuestra Señora de las Angustias donde atendía enfermos gratuitamente.

    Para la reconstrucción de la iglesia mayor, vendió en 1724 un potrerito y un tejar que poseía para apoyar en los gastos de dicha empresa, con sus gestiones obtuvo autorización para algunos beneficios destinados a la iglesia y que el Ayuntamiento le concediera las ganancias de las tierras realengas de la jurisdicción. Cinco esclavos de su propiedad trabajaron en las reconstrucciones de las iglesias y al finalizar les dio la libertad, como les había prometido.

    En mayo de 1739 por sus méritos fue promovido a la Catedral de Santiago de Cuba, pero no recibió la comunicación del nombramiento hasta 1741, antes de partir dejó todo organizado con la finalidad de que sus obras pudieran seguir funcionando, por lo que nombró a Hurtado de Mendoza y a Doña Águeda García para que continuaran ejerciendo el magisterio y no faltara este servicio a los niños de ambos sexos.

    Permaneció en Santiago de Cuba diez meses porque el clima y su edad le afectaron su salud por lo que se vio obligado a solicitar licencia del Diocesano y del Venerable Cabildo para trasladarse a su ciudad y así lo hizo. En 1744 comenzó la reconstrucción de la ermita del Buenviaje y la construcción de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, con sus recursos personales y el apoyo de limosnas. Fue nombrado Capellán de dicha ermita. Estableció una escuela para niños de ambos sexos, aunque funcionaban en aulas separadas como requerían la enseñanza de la época.

    Ya anciano y enfermo, falleció, antes dejó testamentado que quería que lo enterraran debajo del altar mayor en un ataúd forrado en negro con cintas blancas, pero sus albaceas los presbíteros, bachiller Antonio Hurtado de Mendoza y Don Lorenzo Martínez de Avileira atendiendo a sus méritos, mandaron a forrar el ataúd con tafetán morado guarnecido de galones de plata, y le erigieron una sepultura en alto junto a la pared debajo del altar de San Francisco Javier.

    El acto de sepultarlo lo realizó el presbítero Don Cayetano José Pérez de Arciniega, vicario juez eclesiástico y abogado de las Reales Audiencias de Méjico y Santo Domingo; concurrieron los demás sacerdotes y pueblo en general porque Conyedo estaba considerado como “Padre espiritual de la república, su bienhechor y fundador de su Iglesia“(*). Sus bienes se distribuyeron en beneficio de sus familiares, los pobres y las iglesias.

    Sus restos descansaron en la ermita El Carmen hasta mayo de 1804, fecha que el Obispo Espada y Landa visitó a Santa Clara y ordenó la exhumación del cuerpo de Conyedo para trasladarlo al cementerio aledaño a la iglesia parroquial mayor, pero su cuerpo estaba intacto con sus vestiduras por lo que Francisco del Río, mayordomo de la iglesia en homenaje a Conyedo lo protegió en una caja mandada a construir para esos fines y lo colocó en el depósito de los huesos de las exhumaciones que se hacían del cementerio, hasta que en enero de 1819 el Obispo Espada realizó la segunda visita a Santa Clara y ordenó colocar en una fosa común todos los restos, así se perdieron en otros traslados a otros sitios que tuvo el cementerio y hoy solamente se recuerda a este honorable santaclareño por el obelisco que Marta Abreu mandó a construir en la Plaza Central (actual Parque Vidal), en 1886.

     Cita bibliográfica:

    (*) González, Manuel Dionisio. Memoria histórica de Santa Clara y su jurisdicción. Imprenta Del Siglo, 1858, p 423.

    (Autora: M Sc Hedy Águila Zamora, profesora e Historiadora de la Ciudad.)

    Escribir un comentario


    Código de seguridad
    Refescar

    ¿Le ha resultado útil la información publicada en este portal?