En los primeros años de la guerra del 1868 llegó a la Villa de Santa Clara un comandante Español que se sintió molesto de verse rodeado por jóvenes con barbas y bigotes y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo sin solicitar consejo prudente dictó el bando siguiente:
“Resultando que he visto con bastante extrañeza que los naturales de esta Villa se permiten usar largos mostachos remedando a los hijos de España que ostentan con orgullo esta característica de abnegación y valor. (…) que está en mi deber impedir confusiones que ocultan a los desleales laborantes y desafectos que por otra parte se han hecho indignos de usar bigotes, Ordeno y Mando: que desde hoy en adelante los hijos de esta Villa sin permiso de autoridad usen bigotes.”
Dentro de los tres días siguientes a la publicación de este bando todos los semblantes deben estar rasurados, bajo pena de muerte o de destierro según los casos. Un vecino de esta Villa con su humor característico escribió y se hizo circular clandestinamente la décima siguiente:
Tiene una fuerza Sansón
en la punta de cabello
en la joroba el camello
y en las garras el león.
En los dientes el ratón,
en el pico el pajarote,
en la palanca el garrote,
en la concha el caracol
Y el coronel español
En su chivo y su bigote.
(Escrito por Marta Anido Gómez-Lubián, promotora cultural, profesora e historiadora.)