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    Leoncio Vidal Caro (1864 - 1896)

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    Leoncio Vidal Caro

    Coronel de la Guerra de Independencia en Cuba. Se alzó el 20 de junio de 1895, devino la figura más representativa de Camajuaní durante esa gesta. Nació el 12 de septiembre de 1864, en Ceja de Palo, Corralillo, hijo de padre español y madre cubana. Durante un tiempo fueron a residir a Barcelona y al regreso se establecieron en Camajuaní donde permanecieron por más de diez años.

    Leoncio Vidal Caro, hijo de Don Leoncio Salvador  Vidal Tapia, natural de España, nacido en el pueblo de Navarcles, Barcelona y Marina del Rosario Caro Reyes —conocida por Charito— cubana nacida en San Antonio del Río Blanco del Norte, provincia de La Habana. Se casaron en la Iglesia Parroquial de Ceja de Palo el día primero de diciembre de 1858. Salvador se dedicó al comercio, primero como vendedor ambulante y luego fue dueño de una tienda donde vendía artículos variados. Rosario se ocupaba de las tareas del hogar y de la crianza de sus hijos José, Leoncio, Rosa, Lino y Ramona.

    En un ambiente sano en total contacto con la naturaleza y con la enseñanza de su madre, los hermanos Vidal, junto a otros niños, vivieron los primeros años de su vida. La Guerra de Independencia iniciada el 10 de octubre de 1868 no se había hecho sentir en esta alejada zona del norte villaclareño pero para los inicios de 1870 los principales dueños de bienes, ante la inminencia de las acciones bélicas y la temida Tea Incendiaria, determinaron organizar el cuerpo de Voluntarios de Corralillo, y en él se alistó el padre de Leoncio.

    Transcurría el año 1870, y una mañana los voluntarios, después de desandar los campos en busca del enemigo y encontrar sólo cañaverales quemados y ningún indicio de los revolucionarios, al regresar a la población, el grupo de vanguardia advirtió la proximidad de alguien por un trillo en la maleza por lo que se puso en alerta y pudo escuchar que el invisible caminante entonaba una décima en la que se destacaban las glorias de los mambises y se defendía la independencia de Cuba. Esto fue suficiente para excitar la cólera de algunos de aquellos voluntarios que sin esperar nada lanzaron una descarga de fusilería contra el cantante, un indefenso guajirito de apenas 10 años.

    La muerte de este niño causó la ira de algunos miembros del cuerpo de voluntarios los cuales protestaron ante el crimen y optaron por abandonar esta fuerza. Uno de ellos fue Salvador Vidal quien al llegar a casa cuenta lo sucedido a su esposa y deciden vender todas sus propiedades y marchar a España y se estableció allá por diez años.

    A finales de 1870 llegó la familia Vidal Caro a Narvacles provincia de Barcelona España de donde había salido Salvador. Allí los hermanos Vidal Caro conocieron a sus familiares paternos y en especial al abuelo del que van a tener un grato recuerdo y muy en particular Leoncio que gustaba escuchar de las vívidas anécdotas de la guerra contra la ocupación Napoleónica en la que el abuelo fuera un fiel soldado y defensor de la patria, sentimiento este que quedó impregnado en el alma del joven Leoncio y sus hermanos.

    Los cubanitos, como los llamaban, aprendieron con rapidez el catalán y estudiaban en la única escuela existente; se integraron a los demás niños y Leoncio era conocido por Sansón por su impetuosidad y fuerza, ningún otro podía ganarle en peleas o en ejercicios de fuerza.

    Salvador siempre muy preocupado por la educación de sus hijos y conocedor que en su pueblo natal habían deficiencias educativas, decidió enviarlos a un colegio en la ciudad de Manresa. En este período se llevaba a cabo la guerra Carlista y pudieron conocer los caudillos Lizarraga, Cabrera y Sevalles de un lado y futuros conocidos en los campos cubanos como Martínez Campos y Valeriano Weyler a favor de la monarquía

    José, Lino y Leoncio demostraron su inquebrantable adhesión a los principios de la democracia y la libertad pues siendo muy jóvenes abrazaron las ideas y las doctrinas carlistas, muestra de ello es su fuga del colegio e incorporación a una guerrilla que estaba acampada en los alrededores de Manresa. El jefe de la misma al detectar dentro de las huestes las caras infantiles de los nuevos reclutas y después de interrogarlos decidió restituirlos al colegio, y así lo logró con José y Lino, pero Leoncio burló al oficial y volvió a los alrededores del campamento coincidiendo con un combate en el cual se vio involucrado y recibió un fuerte golpe en la cabeza.

    Después de esos sucesos el padre decidió mudarse para Barcelona y poner a sus hijos en el colegio de Santo Tomás, donde encontraron con agrado a un coterráneo de su natal Corralillo, Leopoldo Romañach —devenido en uno de los más famosos pintores cubanos— al que se unieron por los vínculos de una fraternal amistad.
    En el colegio estudiaron la carrera Mercantil según los designios de su padre, estudiaron entre otras materias Gramática, Aritmética, Contabilidad, Geografía Comercial, Inglés, y Francés.

    En el año 1878  finalizaba la Guerra de los 10 años con el bochornoso Pacto del Zanjón,  la familia Vidal Caro emprendió el viaje de regreso a Cuba, pero esta vez no fueron a su natal Corralillo sino que, por sugerencia de Braudilio Romañach, vinieron a instalarse a Camajuaní que era un rico partido donde el comercio tenía grandes perspectivas, pues desde la década del 60 existía gran cantidad de ingenios (34) y un desarrollo considerable de la producción tabacalera. Todo esto propiciado por la llegada del Ferrocarril en 1867 que dio gran vida y desarrollo al pueblo.

    El lugar escogido fue una tienda mixta en el centro del pueblo, (hoy calle Camilo Cienfuegos entre Joaquín Paneca y General Naya) donde Leoncio en unión de sus hermanos varones ayudaban a su padre en estos menesteres, pero aún quedaba tiempo libre, pues Leoncio gozaba de grandes relaciones sociales cooperando con sus hermanos en actos culturales recreativos y deportivos.

    La llegada de los hermanos Vidal Caro a Camajuaní marca una fecha memorable en los anales de este pueblo y un punto de partida en su posterior desenvolvimiento cultural.

    En este período de la vida de los Hermanos Vidal Caro: Leoncio, José y Lino resulta difícil referirse a uno sin la obligada mención de los otros dos. El primero de enero de 1879 se había constituído el ayuntamiento de Camajuaní y este era ya municipio independiente de la jurisdicción remediana por lo que no tenía un escudo de armas, esta responsabilidad se le confió a José Vidal que había estudiado Heráldica y pintura quien con el concurso de Leoncio y Lino confeccionaron un diseño, que fue aprobado  por el Ayuntamiento.

    Muy pronto los hermanos Vidal sintieron la necesidad de expresar sus criterios y contribuir a la cultura por lo que fundaron El Número 13, primer periódico impreso que estaba integrado por trece colaboradores, se editaba en la casa marcada por el número trece, desafiando la supersticiosa prevención prevaleciente contra ese número.

    El periódico de los Vidal Caro, defendió siempre las ideas más justas, libró importantes campañas contra los explotadores de los vegueros, abogó por el establecimiento de la luz eléctrica en Camajuaní, por la creación del Cuerpo de Bomberos, por la construcción del acueducto y divulgó la obra de los principales exponentes del quehacer literario en el municipio.

    Aunque la luz eléctrica no se pudo establecer producto de la labor de El Número 13, el cuerpo de bomberos si se constituyó, el 14 de abril de 1893 y Leoncio fue jefe de la sección de salvamento. El acueducto no se pudo concluir por el inicio de la guerra, pero el ayuntamiento había comenzado las obras.

    La familia materna de los Vidal Caro se había trasladado hacia la región central desde mediados de 1850 en la zona de Cascajal, actual municipio de Santo Domingo; lugar donde nació Rosa Caro Fernández, una joven y hermosa maestra con la que Leoncio contrajo matrimonio en la iglesia de Álvarez (Cascajal) y nació su única hija a la cual puso por nombre, Zoila Rosa América Ana, lo que nos sugiere un inmenso amor paternal y su integridad latinoamericana.

    La actividad conspiradora en Camajuaní fue extremadamente difícil pues esta localidad estaba poblada mayoritariamente por los españoles y existía el tristemente célebre Regimiéntenlo de Caballería de Camajuaní, cuerpo de voluntarios de una activa labor, además de dos cuarteles, uno de la guardia civil y otro del ejército.

    Leoncio Vidal jugó un papel primordial en la Conspiración, participó en tertulias, reuniones confidenciales, romerías, etc, destacándose las tertulias que se efectuaban en la botica Puget, propiedad de José Puget Cassuso en las que además de Leoncio y el propietario se reunían José, Lino Vidal, el Médico habanero Juan Bruno Zaya, los hermanos Machado, Roberto Méndez Peñate, Casimiro Naya y otros revolucionarios. Además de la señalada se efectuaban actividades conspirativas en la casa de Las Torres —actual Museo y residencia en aquel entonces de su hermano José que se había casado con Luisa de la Torre— la tienda La República, propiedad de los Vidal Caro, La platería de Pastor Carrillo y el lugar más importante el ingenio La Matilde, que situado a unos 2 Kms del poblado eran centro principal de la conspiración, pues aquí se reunían además de los antes señalados, los conspiradores de Vueltas.

    Un hecho trascendental para la conspiración fue la creación en unión de sus hermanos y un grupo de revolucionarios del primer periódico impreso de Camajuaní, El Número 13. Este periódico tuvo dos años de fecunda labor aportando ideas progresistas revolucionarias y cargadas de patriotismo. Una muestra de ello es el último número de abril de 1980, en el cual en disputa con el periódico reaccionario La Idea, de Remedios, Leoncio se ve precisado a contestar: «Nosotros podemos ser Socialista, pero no hacemos procesión de fe en El Número 13, respete el colega el sagrado de nuestras conciencias...». Esto estuvo motivado por un artículo donde Leoncio conmina a los vegueros a asociarse para lograr defenderse de los injustos precios a que eran sometidos por los compradores e intermediarios.

    Leoncio Vidal, le confirió gran importancia dentro de la conspiración, a la conformación de un eficaz cuerpo de espionaje, ya que con su labor silenciosa y difícil, debilitarían el poder español, conocedor que en la lucha no tendría acceso a las comunicaciones, ferrocarril ni telégrafo. Desde la paz buscó las personas que podían colaborar y conformó un verdadero ejército en la clandestinidad donde la vigilancia astuta, la prudencia, la penetración del enemigo y la preparación de una red para el avituallamiento tanto en medicinas, armamento y la información oportuna, logró un mayor éxito en las acciones de guerra.

    Así dispuso la colaboración de Mariano Núñez Doménech empleado de telégrafos como jefe de correos y telégrafos en Camajuaní y su hijo Mariano Núñez Lorda por mediación del cual obtuvo Leoncio la primera máquina de percusión eléctrica para hacer explotar bombas de dinamita. Mantuvo activados los canales para la obtención de medicamentos a través del doctor Adolfo Núñez y el licenciado José Puget Cassuso.

    También se aseguró de la cooperación de algunos sectores adinerados donde se destacaron el dueño del central Fe, (José María Espinosa) y su administrador Abelardo Hurtado.

    Un importante papel jugó en los planes de Leoncio la participación de las mujeres las que ocuparían un lugar destacado en el acopio de medicamentos, municiones, ropas, alimentos, e información. Se destacaron, su esposa Doña Rosa Caro; la señora Verena Ruiz Cárdena, esposa de Casimiro Naya y Camila Sobrada, esposa de Arturo Herrada Ribadeneira.

    El 27 de enero de 1891 Leoncio producto de las pugnas ideológicas por los núcleos más recalcitrantes de la colonia española, creó el centro Latino, desplegando así un importante papel histórico en la formación de concepto y ganando adepto para la futura lucha contra España, pues sin lugar a duda este constituyó uno de los clubes revolucionarios orientado por José Martí.

    Como parte de la preparación para la guerra Leoncio Vidal encargó a sus familiares en España, libros sobre el arte de la guerra y en unión de un grupo de jóvenes se alistó en el cuerpo de Bomberos Voluntarios del Comercio, para así recibir instrucción militar y prepararse para la guerra necesaria, este esfuerzo no tuvo mucha duración pues el carácter rebelde de Leoncio chocó contra las medidas de un consejo de disciplina y subordinación donde expulsaron a dos bomberos compañeros de Leoncio y él abandonó el Cuerpo, como forma de expresar su desacuerdo.

    Se dedicó a recorrer los campos buscando adeptos para la causa; para ello utilizó como pretexto la introducción de la siembra del algodón en la región camajuanense para lo que compró una pequeña finca en Salamanca, próxima al central Fe, esta labor resultó muy favorable pues la forma sincera y el convencimiento que daban sus palabras lograron que cuando llegó la hora de la guerra una de la gran mayoría de los campesinos se incorporó.

    El 2 de febrero de 1895 se organizó la romería en Vueltas por Rafael Casallas Monteagudo, donde se reunieron todos los conspiradores de la jurisdicción remediana. En esta comida campestre fueron requisitos indispensables que las mujeres vinieran vestidas de blanco y una cinta azul en el pelo y los hombres vestidos de blanco y sombrero de Jipi Japa con una escarapela roja en el mismo representando los colores de la bandera, pero lo más importante que sucedió allí fue que al fervor de la fiesta y el patriotismo que en ella se respiraba se escuchó un grito de «Viva Cuba Libre», repetido al unísono por todos los participantes que hizo vibrar los corazones de los cubanos.

    Además de practicar ejercicios y ser un verdadero campeón en los deportes de fuerza, Leoncio gustaba de jugar billar y ajedrez del cual se convirtió en campeón municipal en el Primer campeonato jugado en Camajuaní el 20 de diciembre de 1893, al ganarle en la partida final y decisiva a Waldo Lena.

    El territorio provincial de Santa Clara fue declarado en estado de guerra el 4 de marzo de 1895, el 25 de abril en Vega Alta ocurrió el alzamiento con Juan Bruno Zayas, médico habanero y Leoncio Vidal se alzó el 20 de junio.

    Entre sus múltiples actividades se destacaron: El ataque al fuerte de Vigía situado en las estribaciones de la loma de Santa Fé, el 30 de octubre de 1895; el ataque al tren de Caibarién, a Cien Rosas para apropiarse de los víveres, el 25 de noviembre de 1895; el combate de Las Yaguas que ocasionó gran cantidad de bajas al enemigo el 21 de diciembre de 1895; carga al machete a la guerrilla de Camajuaní en San Lorenzo ocupando fusiles, machetes y caballos,  el 12 de enero de 1896 y en el combate de Palo Prieto dirigido por el General Serafín Sánchez que fue el mayor e importante de Camajuaní el 8 de febrero de 1896.                                                                 

    La columna dirigida por Leoncio Vidal fue la única que pudo penetrar en la ciudad avanzando por la calle Santa Clara hoy Tristá y fue alcanzado por el copioso fuego de fusilerías de los guardias que rodeaban la plaza.                         

    En el ataque a Santa Clara es que el Coronel Leoncio Vidal Caro pierde la vida el 23 de marzo de 1896. La muerte de Leoncio Vidal Caro significó un duro golpe para el  Ejército Mambí.

    El 4 de marzo de 1899, ya en los albores de la República, el ayuntamiento de Santa Clara, a propuesta del Concejal Enrique del Cañal, tomó el acuerdo de denominarlo Parque Vidal para perpetuar la memoria del Coronel Leoncio Vidal Caro y posteriormente se colocó un busto de este patriota en el lado oeste del parque.

    (Gómez Guerra, Juan Manuel. et. al. Historia de Camajuaní. / Lic. Juan Manuel. Ed. Consejo Científico, 1993.)        

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