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    Marta Abreu: Mi última peseta es para la Revolución

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    Marta Abreu

    (Autores: MSc Judiel Reyes Aguilar y MSc Hedy Aguila Zamora)

    Son los primeros meses de 1896, la guerra ya va para un año. Hacía siete meses que el líder de revolución había caído en los campos de Cuba. Las tropas mambisas necesitaban cada vez más hombres y recursos. Desde New York, Estrada Palma asume el liderazgo del Partido Revolucionario Cubano y se intenta organizar envíos a las fuerzas cubanas. En ese momento una cuantiosa ayuda empieza a llegar desde Paris. El 14 de enero de 1896 se envía la primera remesa de dos mil pesos; el 26 de febrero siguiente una de cuatro mil; el primero de abril otros cuatro mil y quince mil el 2 de mayo, lo que sumaba un total de 25 mil en solo cinco meses. Todos a nombre de Ignacio Agramonte.

    Estrada Palma intrigado por quién era el cubano que, hacia tales aportes, acudió a los agentes revolucionarios que radicaban en París solicitándoles que investigaran y le informaran quién era aquel patriota.

    El Dr. Betances, médico puertorriqueño que presidía el Comité Revolucionario en Francia, movilizó sus contactos y en poco tiempo le informó: el autor que tales contribuciones era nada más y nada menos que Marta Abreu de Estévez, conocida ya desde hacía algún  tiempo por sus cuantiosas contribuciones al socorro de los pobres y al progreso de ciudad natal, Santa Clara. Estrada Palma sorprendido con la revelación le escribió la siguiente carta a Marta Abreu el 5 de junio de 1896:

    “Honor es para mí, mezclado con placer intenso, tener la oportunidad de dirigirme a Vos por medio de esta carta cuyos conceptos los inspiran sentimientos de admiración pura y de respetuosa estimación. Los actos de filantropía y las obras de caridad cristiana por Vos realizadas, sin ostentación y sólo a impulso de vuestra alma generosa, hacen de Vos, señora, la mejor apología, porque esas obras se encargan, por sí mismas, de transmitir a la posteridad el nombre bendecido de Marta Abreu.

    Pero no basta a la cubana de noble corazón y de levantado espíritu, acudir con munificencia en socorro de los desvalidos: inspirada en la dignidad patria, y haciendo suyos los agravios que tienen todos los hijos de la Gran Antilla, contra la dominación española, acude también presurosa en apoyo de los que combaten con denuedo en los campos de Cuba, para conquistar la independencia y libertad.

    Débil es mi voz, tibias son mis palabras para expresar lo que todo cubano debe sentir ante la magnificencia de vuestros hechos, ante la grandeza de vuestro patriotismo, cuyas espléndidas manifestaciones son tanto más brillantes imponentes, cuanto mayor es el esfuerzo con que tratáis de reservarlas del dominio público, a virtud de vuestra modestia ejemplar.

    Pero si mi voz, por humilde, no llega a la altura de vuestra grandeza, sabed, sin embargo, señora, que no hay cubano más agradecido que yo a vuestros beneficios, ni que sienta más noble orgullo en tener la honra de ser un compatriota vuestro.(1)

    A partir de ese momento el nombre de la ilustre dama se vincula a la gesta independentista. Numerosas fueron sus contribuciones por la libertad de Cuba. Sin embargo, aunque su obra social es estudiada y difunde, sobre todo en Santa Clara donde tanto aportó, y como homenaje perenne numerosas instituciones llevan su nombre (ejemplo de ello son la Universidad Central de Las Villas, algunas escuelas, fabricas, policlínicos y calles), poco se conoce hoy día los aportes que esta insigne mujer realizó a la causa revolucionaria.

    El presente artículo analiza el papel de Marta Abreu en la Guerra de 1895, desde el contexto familiar y social. Se plantean algunas interrogantes aún por descifrar: ¿Qué motivó a Marta Abreu unirse a la gesta mambisa? ¿Cuánto contribuyó? ¿Qué posturas defendió?

    Hablar de Marta Abreu en Santa Clara es mencionar los colegios San Pedro Nolasco (fundado en 1882) y Santa Rosalía (en 1885), el asilo para familias pobres (en 1893), el Teatro La Caridad (en 1885) y otras obras sociales al socorro de la clase humilde. Pero en esta labor social hay un factor común y es el homenaje a sus padres.

    Justamente estos colegios fueron fundados a partir de fondos dejados en testamento por sus padres para esta causa, 20 000 pesos en el caso de Don Pedro González-Abreu para una escuela de niños y otros 20 000 donados por Doña Rosalía Arencibia para una escuela de niñas. Misión que no solo cumplieron las hermanas Rosa, Marta y Rosalía, sino que además destinaron 30 000 pesos, cada una, para su mantenimiento. En su nombre también fundó el asilo para familias pobres que, como las escuelas, llevarían como título el de los santos cristianos que motivaron los nombres de estos: San Pedro Nolasco y Santa Rosalía.

    Estos elementos ratifican la importancia que tienen para Marta sus padres y como en su obra social su memoria estará presente. Es precisamente este elemento la que la vincula por primera vez a la gesta independentista.

    Pedro Nolasco González Abreu (1812-1876), rico hacendado azucarero, fue alguacil segundo del ayuntamiento y en 1843 pasó a ser Teniente de la Caballería Urbana. Esta milicia voluntaria tenía a su cargo algunos servicios de vigilancia en la ciudad, hasta que 1854 se organizó la cuarta compañía de milicia, ya con un carácter más militar, y Don Pedro recibió el grado de Capitán. En 1856 pasó a ser Alcalde Ordinario de Santa Clara, cargo desde donde se ganó el afecto de los pobladores de la villa.

    A finales de la década de 1860, tras los continuados reveses del independentismo y del abolicionismo y del estruendoso fracaso de las intentonas anexionistas en el occidente; Santa Clara se convirtió en un importante núcleo del llamado tercer movimiento reformista, con amplia participación de la prensa escrita.  Entre sus principales figuras estaban Miguel Jerónimo Gutiérrez y Eduardo Machado Gómez. El primero, hacendado y procurador público, el segundo un joven de vasta cultura, había viajado a los Estados Unidos y Europa, era partidario de la abolición de la esclavitud y aspiraba a un amplio desarrollo económico-social y político para su región y patria.   El principal vocero de las reformas en Santa Clara fue el periódico La Época, fundado por Machado el primero de enero de 1866. Las propuestas de este movimiento se manifestaban en los más disímiles ámbitos, tales como la cultura, la economía o la educación y en particular en contra de la esclavitud y a favor del trabajo libre asalariado, como vía para transformar económica, social y moralmente al país todo.

    Según cuenta Agustín Veitía: “Don Pedro Nolasco G. Abreu no interviene en estas luchas de la política activa. Simpatiza con las reformas y comprende sus conveniencias. Se reserva en público su opinión; sin embargo en su hogar se conoce su modo de pensar.(2)

    A principios de 1867 un Real Decreto liquida la Junta de información que había impulsado el movimiento reformista, resultó un fracaso estruendoso, sobre todo por el establecimiento del impuesto del 10 % sobre la renta líquida, que tanto daño auguraba para las regiones empobrecidas de la mitad oriental de la Isla.  El fracaso de la Junta abrió entonces las puertas a la única solución para los males de Cuba: el independentismo que, en el caso de las regiones villaclareñas, encontraba un campo excelentemente abonado, sobre todo en Santa Clara.(3)

    El alzamiento en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, secundada por los camagüeyanos en Las Clavellinas el 4 de noviembre, sedimentó el camino de los villareños que el 6 de febrero de 1869 desde San Gil protagonizan lo que hoy conocemos como el “Grito de San Gil” y el 7 con el resto de los villareños en la finca El Cafetal de José González, cerca de Manicaragua. Varios autores sostienen la teoría de que el alzamiento de San Gil tuvo lugar en la hacienda Dos Hermanas propiedad de Pedro Nolasco González Abreu.(4)

    Es de suponer que las razones que movieron a los miembros de la Junta Revolucionaria a refugiarse en Dos Hermanas(5) para preparar el alzamiento, se debiera a que el ejército español no se le ocurriría pensar que la hacienda de señor tan poderoso y con responsabilidades en la vida política a favor de España, estuviera ocurriendo un alzamiento, pero es que entre los miembros de la Junta se encontraban Francisco y Federico Jova González Abreu, importantes hacendados, cuñado y sobrino, respectivamente y algunos también aseguran que hubo hermanos   de Don Pedro Nolasco, implicados. De manera tal que, para febrero de 1869, la familia González Abreu se encontraba comprometida con los alzamientos villareños y la causa independentista.

    Sobre estos sucesos Veitía expone: “Don Pedro Nolasco está enterado de todo, dos de sus hermanos participan en la conspiración. No interviene personalmente, pero presta ayuda económica cuando se le demanda. Está viejo para estos lances.” (6)

    Quizás la actitud del patriarca de la familia González Abreu es conservadora, apoyaba, pero trataba de no implicarse directamente, aún cuando su cuñado y su sobrino se han alzado. Sin embargo, para Marta de 23 años, estos acontecimientos marcarían su vida. Según Veitía en ocasiones la joven expresaba: “¡Es necesario la libertad de decir y hacer! ¡El progreso tiene que impulsarse! (…)¡La injusticia ha hecho muchos pobres que necesitan ayuda!(7)

    La cercanía de los acontecimientos y el compromiso que adquiere con ambos bandos, hicieron que Don Pedro buscara refugio para su familia en la capital. Para ello adquirió, primero una residencia en Prado, esquina Trocadero y luego una finca en Palatino.

    En la capital, Marta conoce a Luís Estévez Romero (1849-1909), un prominente joven abogado proveniente de clase humilde. Su romance y posterior matrimonio acercarían a Marta a nuevas posturas filosóficas.

    Luís Estévez ingresó a estudiar en la Universidad de La Habana en el curso 1868-1869, en medio de la compleja situación que enfrentaron los estudiantes en aquellos años de Guerra, se licenció en Derecho Civil y Canónico el 29 de junio de 1973. Un mes después abrió un pequeño bufete en la calle Obispo y trabajó paralelamente en el estudio de Don Santiago Palau. Al fallecer Palau un año después, Luis asume su clientela y consolidó su reputación de abogado. En 1879 obtuvo el título de Doctor en Derecho Civil y Canónico y en 1882 de Licenciado en Derecho Administrativo. En marzo 1881 empezó a dirigir la biblioteca de la Universidad. Toda esta labor intelectual contribuyó a que Luis se acercara a las corrientes del “Evolucionismo Social”. Estudió las ideas de Charles Darwin, Herbert Spencer y Lewis Henry Morgan relacionadas con los cambios que se dan una sociedad a través de la historia, haciéndose cada vez más compleja. Estos criterios se basan en teorías antropológicas de desarrollo social que se acreditan a sociedades con términos de estado primitivo que gradualmente se tornan más civilizadas con el pasar del tiempo.

    Reimundo Cabrera (8), en su novela autobiográfica “Idealismo”, pondría en palabras de su amigo Luis Estévez que los que necesitaba la Isla es ¡La Evolución! “Acabas de ver esta muchedumbre agradecida que me aclama. ¿Te Conmovía? Pues hace diez años esa aclamación era imposible, ilícitas, actos de rebelión: ya son legítimos al aire libre; pregunta a cada uno de esos negros liberados si no se sienten felices. La ley del patronato, que fue una transacción hipócrita, cayó muerta, la abolición de la esclavitud que fue un principio de la revolución y ahora es una conquista de la evolución pacífica. Hay que evitar más derramamiento de sangre, (…) ganar nuestra batalla en el tiempo y no en un solo día: lo mismo que se han roto las cadenas de la esclavitud, romperemos la de la opresión de nuestro pueblo ¡Cuba será Libre! (9)

    Para el Luis de 33 años las transformaciones en Cuba debían realizarse de forma pacífica. Su libertad era una cuestión de tiempo, ya que estaban establecidas todas las condiciones sociales para la misma.

    No sabemos que tanto compartía Marta las posturas de su esposo. Quizás estas perspectivas son tenidas en cuenta para las constantes contribuciones que hace  la familia Estévez-Abreu, teniendo como finalidad preparar a la sociedad y contribuir a impulsar esos cambios. Desde estas perspectivas vemos como:

    • Unas de sus primeras metas, era la instrucción de los pobladores, para ello promovió  la construcción y sostenimiento de escuelas. Pero no se conformaba solo con eso, acercar la cultura al pueblo, también será un medio para este fin, quizás por ello su proyecto más estimado fuera el Teatro La Caridad. Pero a Marta Abreu se debe además el establecimiento del Obelisco a la memoria de los padres Conyedo y Hurtado de Mendoza, quizás el primer monumento construido en la ciudad, y la alta contribución financiera para que se llevara a cabo la Feria Expositiva en conmemoración del 200 aniversario de la fundación de Santa Clara.
    • Desarrolló además estrategias para reducir la pobreza; primero desde obras sociales como el asilo para familias pobres; luego en el establecimiento de fuentes de recursos que pudieran revertirse en la labor social, para ello fue la construcción del teatro La Caridad como medio para recaudar fondos para obras sociales; finalmente creando fuentes de empleo, ejemplo de ello fue la entrega de 20 máquinas de coser y otros proyectos que no logró materializar como los de montar talleres de ferrocarriles en la ciudad y una escuela de artes y oficios.
    • Impulsó también la industria, la ciencia y el comercio, ejemplo de ellos fueron las donaciones para el mantenimiento del primer Observatorio Astronómico-Meteorológico de Santa Clara, la construcción de la Planta Eléctrica y la contracción de un local de viajeros en la estación de ferrocarriles.  

    Todos estos ejemplos muestran cómo los intereses de Marta Abreu en Santa Clara tenían un fin más allá del caritativo. ¿Quizás está preparando a su pueblo para los cambios sociales que debían vivir en un futuro cercano? La respuesta a esta interrogante no la tenemos, lo que sí es evidente que las transformaciones que propició en Santa Clara, fueron decisivas para el posterior desarrollo de la ciudad.

    A principio de 1894, Marta Abreu escribió al Ayuntamiento de Santa Clara solicitando autorización para el establecimiento de una Planta Eléctrica, que propiciara un adecuado servicio de alumbrado público, ya que era insuficiente el de gas que daba servicio desde 1858. Con la aprobación del gobierno local, se iniciaron los trabajos en la construcción de la Planta, para lo que se contrató a la casa Gramme de París.

    Desde el exilio, otro proyecto se gestaba. José Martí había sido capaz de aunar todos los criterios y la guerra era inevitable. Por orden de Marta los trabajos para la construcción de la planta son acelerados. Mientras los pobladores y autoridades municipales preparaban un homenaje digno de la Benefactora. Para los festejos vendrían grandiosas cabalgatas desde Santi Spíritu y Trinidad. Temeroso de lo que pudiera significar una demostración de tal simpatía hacia una cubana que acababa de oponerse a la solicitud que el Ayuntamiento hiciera a Madrid para que le concedieran el título de “Condesa de Villaclara”, se ordenó suspender los festejos. Sin embargo, ante la presión local, el Gobierno General terminó aceptando, con la medida de que se suspendieran las cabalgatas planificadas.

    Las fiestas iniciaron el 28 de febrero y concluyeron el 3 de marzo de 1895. Las casas se adornaron con banderas, se construyeron arcos de triunfo en diversas calles, en el parque se instalaron 16 escudos que en nombre de diferentes poblados de la provincia y en el centro de la plaza una torre que replicaba a la Eiffel de París. Las fiestas incluían grandes galas en el Teatro, procesiones cívicas en varias calles, inauguraciones de varias obras, además de la Planta se inauguraba la Estación de Ferrocarriles y el Dispensario El Amparo, actos solemnes del Ayuntamiento y la publicación de un folleto especial de homenaje a la excelsa dama.

    Justo cuatro días antes del inicio de estos festejos, con el alzamiento del 24 de febrero se inició la Guerra en Cuba. Varios autores afirman que España interpretó las celebraciones en Santa Clara como una forma de apoyar el levantamiento. En la bibliografía no queda claro si esto originó o no que la familia fuera perseguida por las autoridades de la Isla, pero lo cierto es que 16 de junio partieron rumbo a Francia.

    En el exilio, el pacifista que había sido Don Luis sufre un cambio. Comprendió que no existirá paz sin Independencia, y encaminó todos sus esfuerzos por la Revolución. Empezó a escribir en el periódico La República Cubana en donde informaba al pueblo francés de lo que sucedía en Cuba, exponiendo los hechos y sumando simpatías a la causa. La tenaz campaña que realizaba en la prensa francesa va destinada a evitar el empréstito que España pretendía de la Banca Francesa para el sostenimiento de los gastos de la guerra en Cuba.  Escribiría además para otros periódicos como Patria y Cuba y América. Parte de su producción política aparece recogida en su libro Tiempos pasados. Sobre esta labor Reimundo Cabrera escribió:

    Reimundo Cabrera escribió:

    La labor de Estévez es muy fecunda. No descansa desde que salió de Cuba: labora activamente y por donde quiera deja huella de su talento, de su saber; dominaba los asuntos políticos con maestría y con calma –eso sí- nunca perdía la ecuanimidad. Era un polemista terrible: cuando discutía de seguro ganaba.”(10)

    Por su parte, la amistad que tiene la familia con los republicanos españoles Nicolás Salmerón (11) y Rafael María Labra (12), sirvieron como conducto para que el dinero de Marta llegara en socorro de los cubanos confinados en Ceuta, Chafarinas, Fernando Poo y otras prisiones de la Península. Ayudó a los prisioneros, deportados, atendiendo a los gastos de la Representación Cubana en París, pagando pasajes y estancias a los que escapaban de las prisiones españolas. Testimonio de esta labor es la carta que escribió Leandro González Alcorta (13), el 8 de junio de 1923, a Manuel García Garófalo donde expone:

    “(…) le aseguro que en los presidios de África y las prisiones de España, y entre las familias de los deportados presos y los emigrados, se enjugaron muchas lágrimas y se salvaron muchas necesidades con los recursos de Marta Abreu de Estévez, amén de socorrer a fugados de dichas prisiones, que pasábamos por París, para engrosar las expediciones a New York o buscar donde ayudar de otro modo (…)

    (…) Preso yo en la Cárcel Modelo de Madrid nueve meses desde Agosto de 1896, al publicar en el número 18 del semanario “La Paz”, procesándoseme como complicado en las conspiraciones de Cuba y Filipinas, que funcionaban en la Corte; y conseguida la libertad bajo fianza, me fugué para Francia al día siguiente: habiendo mandado antes para León, con mis padres, a mi señora e hijos.

    Al caer preso se nos había agotado los recursos de honorarios (…) Los parientes ricos de mi esposa, en la Península, aunque tenía restos de herencia que entregarla y de los míos, rehuían en aquellos días medievales, socorrer con liberalidad a los mambises (…) Hubo escuela en Madrid, que al caer yo preso, no querían admitir a mis hijos (…) En esa situación, mi señora tuvo que acudir a Marta Abreu y la envió a León algunos recursos. Y cuando se decidió unirse conmigo a Méjico (…), le mandó los gastos de viaje de León y Coruña a Veracruz (…) (14)

    Otro testimonio de las gestiones de Marta, lo cuenta Arturo Primelles en carta a Garófalo Mesa el 12 de julio de 1923:

    Marta Abreu y su esposo Luis Estévez mandaron varias veces dinero a Ceuta, por conducto del Dr. Betances, para auxiliar a los deportados pobres. Este dinero era repartido por el Comité formado por Juan Gualberto Gómez, Elpidio Marín, Mariano Agüero y yo, y la mayor parte se gastaba en emulsión de hígado de bacalao, por estar muchos enfermos del pecho.

    En Julio de 1897 fui puesto en libertad con 46 compañeros, y nos dejaron en Algeciras, frente a Gibraltar, estando sin recursos de ninguna clase la mayoría de ellos, y yo, que tenía algunos, decidí ir a París para explicar a la Delegación Cubana la difícil situación en que se encontraban los cubanos. Marta Abreu supo y me mandó a buscar, dándome, si mal no recuerdo, dos mil pesetas, que con otros regalos de su hermana Rosalía, de Susana Benítez de Cárdenas y de Josefina Embil, sirvieron para que nos embarcáramos en Gibraltar 15 deportados, que en un vapor alemán nos dirigimos en tercera a New York, gracias a la generosidad de esas cubana.”(15)

    Además de la ayuda a los deportados, Marta soborna a funcionarios para obtener informaciones de movimiento de tropas, formación de contingentes expedicionarios, sustitución de jefes o disposiciones de carácter político, que informaba a la delegación cubana antes de haber salido de los Ministerios del Gobierno Español.

    Sobre su accionar cuenta Agustín Vertía: “(…) ayudó a los prisioneros y deportados, atendió a los gastos de la Representación Cubana en París, pagaba pasajes y estancias a los escapados de las prisiones españolas y a cuantos quisieran luchar por la causa de Cuba por las armas. Compró por su cuenta instrumental quirúrgico y medicinas para remitir al campo de la revolución (…) (16)

    Atendiendo a las constantes contribuciones que hace al proceso revolucionario, Tomás Estrada Palma le escribe el 14 de agosto de 1896:

    Veo con el alma llena de intensa gratitud, á nombre del pueblo cubano, que Vd. Está siempre á la altura de las necesidades de la patria. La comunidad de acción en estos momentos supremos es el triunfo breve de las armas libertadoras. ¡Ojalá pudieran inspirarse en su patrióticos y nobles sentimientos los cubanos que están en condiciones de imitar de un modo positivo la espléndida generosidad de Vd! Desgraciadamente si son muchos los que pueden, poco son los que tienen el alma grande para ponerse al nivel de las circunstancias (…)(17)

    En agradecimiento a tales palabras de elogios, Marta le escribe el 20 de septiembre de 1896: “(…) le agradezco con toda mi alma, aun cuando más se la hubiera agradecido si no fuera, como es, demasiado carta para mí, simple cubano que ojalá pudiera hacer aún más por la causa de su patria.” (18)

    En diciembre de 1896 una noticia conmueve el mundo, ha caído en combate el general Antonio Maceo. De su muerte Máximo Gómez escribiría a su viuda María Cabrales: “Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted el dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el Ejército Libertador a la figura más excelsa de la revolución”.

    Marta conoce la noticia a través de la prensa francesa y rápidamente escribe a Estrada Palma, primero un telegrama fechado el 15 de diciembre: “Cubanos resuelto honrara digna y eficazmente memoria de Maceo”; luego un segundo el día 19: “Diga si es cierta desoladora noticia. Cuente diez mil pesos. Adelante”; finalmente una carta el día 20:

    Distinguidísimo compatriota: por conducto del Dr. Betances tuve respuesta al telegrama que le dirigí preguntándole si era cierta la muerte de nuestro heroico Maceo.

    Desgraciadamente no fue exacto el informe que le trasmitieron á Vd. Desde Cayo Hueso, y lo cierto es que hemos perdido una de las primeras figuras de nuestra Revolución, cuando más falta nos hacía.

    Pero no es de almas bien templadas desfallecer ante un golpe adverso de la fortuna, sino antes bien, cobrar mayores bríos para llevar adelante, sin flaquezas, la magna empresa acometida. Es por esto que le dirigí mi telegrama, diciéndole: Adelante, y poniendo a su disposición $10,000.

    Estamos en los momentos en que más á prueba debe ponerse el patriotismo de los cubanos, sobre todo para que los que derraman su sangre en los campos de la patria, sepan que hay quien los ayuda y puedan con entusiasmo cada vez más creciente seguir combatiendo al bárbaro español.

    Aquí, en esta capital, se está iniciando una suscripción que sus promovedores desean elevar á la cifra más alta posible, y en ella figuro con $30,000. Hoy pasó de cien mil pesos lo colectado, y ¡qué recurso tan grandes podrá tener nuestros hermanos si nada rehúyen el cumplimiento de su deber!(19)

    A finales de 1896 otros sucesos estremecían la Isla. El 21 de octubre, Valeriano Weyler, Capitán general, dictó el bando que ponía en vigor la Reconcentración de la población campesina en determinadas ciudades. Esta política represiva, tenía como objetivo impedir que la población campesina cooperara con el Ejército Libertador.

    Una de las ciudades más golpeadas por estas medidas fue la Santa Clara de Marta Abreu. Producto del hacinamiento de la población miles de personas murieron por falta de alimentos y enfermedades. Según los resultados del censo de 1877 el término municipal tenía 32 491 habitantes, mientras que en el de 1899 la población descendió a 28 437. (20)

    Para contrarrestar el golpe del hambre, en Santa Clara el padre Alberto Chao organizó las cocinas económicas, inauguradas el 8 de septiembre de 1897. Diariamente se repartían 1800 raciones de comida hasta su extinción el 30 de abril de 1898. Rosa Beatriz Arencibia, hermana de Marta, fue una de las que más aporto para el sostenimiento de esta iniciativa. En recordación de este gesto, el General José Jesús Monteagudo le escribió al alcalde de Santa Clara, el 10 de enero de 1899, solicitando se colocara una lápida en los muros del ya desaparecido Convento de los Padres Pasionistas. En su misiva, Monteagudo expresa:

    Es un deber de los villaclareños todos perpetuar en lápida aquel hecho misericordioso de las Cocinas Económicas que funcionó en nuestro pueblo durante los meses terribles de la reconcentración, salvando a millares de seres de parecer de hambre. Y debemos todos consignar el agradecimiento y la admiración a Doña Rosa Abreu de Grancher, una de las hermanas de la gran Marta Abreu. De ese modo las generaciones futuras podrán tributar la admiración y la gratitud a tan preclara compatriota nuestra”. (21)

    Por su parte, en las cartas de Estrada Palma a Marta, le cuenta los constates esfuerzo que se hace desde New York para que el gobierno norteamericano reconozca la guerra cubana. Sobre este tema, el 22 de octubre de 1897, le escribe:

    Los trabajos que venimos haciendo en la esfera política desde que ocupa la silla presidencial Mr. Mc. Keinley, han ido colocándonos poco á poco en posición ventajosa respecto de las relaciones entre el Gobierno americano y el de España. El desenvolvimiento de esta política va trayendo su curso á extremo tal, que no será posible pasar adelante sin ruptura de ambos Gobiernos, ó la definitiva solución de la guerra de Cuba, de conformidad con el fin de la revolución: la absoluta independencia de la Isla.(22)

    Unos meses después, con la excusa de asegurar los intereses de los residentes estadounidenses en la isla, el gobierno estadounidense envió a La Habana el acorazado Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España. El 25 de enero de 1898, el Maine entró en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York. A pesar de lo inoportuno de la visita, la población habanera permanecía tranquila y expectante y parecía que el capitán general, Ramón Blanco, controlaba perfectamente la situación. Sin embargo, a las 21:40 del 15 de febrero de 1898, una explosión iluminó el puerto de La Habana: el Maine había saltado por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254 marineros y dos oficiales.

    EE.UU. acusó a España del hundimiento y declaró un ultimátum en el que se le exigía la retirada de Cuba, además de empezar a movilizar voluntarios antes de recibir respuesta. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.

    Sobre estos acontecimientos, creyendo en las buenas intenciones del gobierno norteamericano, el 6 de mayo, Marta Abreu le escribe a Estrada Palma:

    Mi distinguido y estimado compatriota: en días de júbilo, como los que estamos atravesando, me es muy grato tener que dirigirme á V. para expresarle que estos corazones desbórdense de gozo y satisfacción ante el suceso más o menos inmediato, pero siempre cierto, de ver á nuestra Cuba libre é independiente, viniendo á precipitar tanta dicha la justa intervención de ese pueblo, que no era posible permaneciera más tiempo sin actuar, ante los horrores del bárbaro español que ha desplegado en nuestra tierra el furor más inhumano que registra la Historia. A fuego y sangre entraron en América y á sangre y fuego saldrán de ella (23).

    Ante lo inevitable que parece el triunfo, la familia Estévez-Abreu organizó su regreso, el 18 de junio arribaron a New York, trasladándose inmediatamente a Philadelpia y tratando de pasar inadvertidos ante la prensa y la comunidad de cubanos en EE.UU.

    En Cuba, después de luchar juntos en San Juan y en el Caney, el General Shaffter no permitió la entrada en Santiago de Cuba a las tropas cubanas comandadas por el General Calixto García.  La prensa norteamericana justifica esta decisión como una medida para impedir que las fuerzas cubanas saquearan la ciudad y “entraran a degüello a hombres, mujeres y niños”.

    Respecto a este posicionamiento de la prensa Yanqui, Don Luis escribiría a José A. González Lanuza (24), antiguo discípulo suyo en la universidad:

    Yo soy muy caviloso y Vd. No puede hacerse un idea de lo que me hace cavilar los recortes que aquí le envió y que probablemente Vd. conocerá ya ¡Qué horrible es esto que nos pasa a los cubanos siempre calumniados! (…)

    Le aseguro que mi espíritu sufre extraordinariamente al ver lo que puede venir detrás de todo esto.(25)

    El 3 de septiembre; Luis Estévez también le escribe a Estrada Palma sobre el tema:

    Pasando ahora a la cuestión palpitante de nuestro destino, ¿Sigue Vd. bien impresionado? ¿No habrá nada que temer, algo que parezca a traición?”(26)

    Estas acciones hacen cuestionarse sobre las verdaderas intenciones de los norteamericanos hacia la Isla. No pudiendo permanecer inactivo, escribe su ponencia “A, anexionismo y Autonomismo que aparece publicado en Patria el 14 de diciembre de 1898. Dos días antes se firma el Tratado de París, sin la participación de los cubanos, dando fin a la guerra hispano-estadounidense e iniciando la ocupación de la potencia americana en la Isla.

    Una de las interrogantes que más se ha planteado en los estudios biográficos sobre Marta Abreu es el saldo total de sus contribuciones financieras a la cusa libertaria.  Manuel García Garófalo Mesa en su biografía de Marta Abreu (27) refiere un saldo de 185 000.00 pesos oro, suma que según declara son calculadas a partir del registro de la Tesorería de la Junta Revolucionaria, existentes en el Archivo Nacional. Sin embargo, Florentino Martínez 28) rectifica esta estimación, exponiendo que en las notas de García Garófalo se omite un envió realizado el 1ro de abril de 1896 y que además aparece repetida una partida de $10 000.00. Por lo que el valor total referido es de $125 000.00.

    No obstante, el propio Florentino expresa que existen otras fuentes que refieren cifras diferentes. La revista “El Fígaro” en su informe titulado “Los Mayores Donantes”, de febrero de 1899 dice: “(…) que siguió remitiéndolos – los recursos–, a Estrada Palma, hasta completar la suma de $ 121 000.00, aparte de otros donativos, en los que debemos incluir uno de $ 1 000.00 al Comité de Puerto Rico, y que ascienden en total a unos $20 000.00; es decir, que con ciento cincuenta mil pesos aproximadamente, con esa fortuna, ha contribuido Marta Abreu a la causa de la República.”(29)

    Aún cuando se han realizado todas estas valoraciones, no se ha podido determinar un monto total de dichos aportes. Dado a su alto grado de modestia, Doña Marta hacia muchas contribuciones sin pedir que se le incluyera en los registros; compraba bonos a nombre de otros que en su condición no lo podían hacer; apoyaba financieramente a muchos combatientes exiliados y sus familiares; organizaba expediciones, compraba armas y medicamentos; ayudaba a los prisioneros, entro otras aportaciones que no quedaron registradas. No obstante, es reconocida como la patriota cubana que más dinero brindó a la Revolución de 1895. En el marco familiar no sería la única en donar, se estima que su hermana Rosalía también apartó unos $20 000.00 y su hijo Pedro Estévez unos $5 000.00.

    Dicen que una vez le cuestionaron que estaba gastando mucho dinero y ella exclamó: “Dejadme. Mi última peseta es para la Revolución, y si hace falta más y se me acaba mi dinero, venderé mis propiedades, y si se acaba también, mis prendas irán a la casa de venta, y si eso todo fuera poco, nos iremos nosotros a pedir limosna por ello y viviéremos felices, porque lo haríamos por la libertad de Cuba. (30)

    El grado de desprendimiento de Marta Abreu a favor de la causa independentista es tal que pone sus Centrales, fuente de su riqueza económica, en servicio de las fuerzas mambisas. En su libro Tiempos pasados, Luis Estévez escribió:

    corriendo con mi esposa a aumentar largamente el tesoro revolucionario, y convirtiendo en factoría insurrecta su ingenio San Francisco”.(31)Según Veitía, el ingenio, “por orden de Marta no había molido durante la guerra y las cañas eran quemadas sistemáticamente, siguiendo el plan del general del Gobierno de la Revolución”.(32) Las autoridades españolas notaron las actividades conspirativas que desde el Central de Cruces se realizaban y en 1897 ordenaron la captura de Pablo Rodríguez, administrador del ingenio, y de su hermano Eduardo.  Sin embargo, ya el fin del colonialismo estaba muy próximo.

    Por su parte, Fermín Valdés Domínguez, en 1909 al enterarse de la muerte de Marta Abreu, expresó:

    Y los que luchamos por su libertad, y sólo vimos la honra en la guerra que nos dio la Independencia, no podemos olvidar a aquella cubana generosa cuya fe en su pueblo la demostró siempre auxiliando a la Delegación del Partido Revolucionario Cubano con grandes sumas que llegaban siempre en los momentos difíciles como salvadora providencia. Y en los combates su nombre nos alentaba porque su patriotismo sabía emplear sus riquezas auxiliando las expediciones que nos traían pertrechos de guerra; y, cuando se escriba la historia de aquella campaña heroica, el nombre de Marta Abreu quedará en ella al lado de los nombres de los que nos enseñaban a morir.

    Modesta y digna ocultaba entonces su nombre bajo el pseudónimo de “Ignacio Agramonte”, y ella—como aquel genio-—será para los cubanos símbolo de honor (34)

    Sirva este escrito para rememorar a la mujer que no solo fue grande por sus contribuciones al desarrollo social y cultural de Santa Clara y en el socorro a los más desvalidos; sino que aportó sus recursos y talento al servicio de la Patria toda.

    Notas, citas y referencia bibliográficas:

    (1) García Garófalo Mesa, Manuel (1925). Marta Abreu Arencibia y el Dr. Luis Estévez y Romero, estudios biográficos.  Imprenta La Moderna Poesía, p158. 

    (2) Veitía Ferrer, Agustín (1947). Marta Abreu, una mujer excelsa. Editorial Lex, La Habana. p 36.

    (3) Colectivo de autores (2010). Síntesis Histórica de Villa Clara. Editorial Histórica,  La Habana.

    (4) Manuel García Garófalo Morales, en su ensayo “Febrero 7 de 1869 Levantamiento de Las Villas”, publicado en el periódico La Publicidad el 8 de febrero 1923, expresa: “Otro nutrido contingente se dirigió al potrero Dos Hermanas, situado en el barrio San Gil, y reunidos en esa finca, en las inmediaciones de la talanquera, los miembros de la Junta Revolucionaria, deliberaron breves momentos, prefiriendo ese lugar, a las casa de viviendas, porque la sesión era secreta”. Por su parte el testimonio dado por Doctor José A. Asencio  Masvidal, el cual quedó registrado en los VII Anales de la Academia de Historia de Cuba p. 80, afirma que: “(…) concurrí el citado día del siete de febrero de mil ochocientos sesenta y nueve a la finca o potrero conocido por Dos Hermanas, en el barrio de San Gil, término municipal de Santa Clara, donde estaban reunidos numeroso grupos de patriotas y lo miembros de la mencionada Junta Revolucionaria de Villaclara.”Pánfilo D Camacho en el libro “Eduardo Machado. El legislador trashumante” (La Habana 1943, p.72) también refiere que “(…) para la reunión de los esclavistas para el tema abolición los ubica en el mismo potrero de Dos Hermanas en San Gil”.  (5) Dos Hermanas debió su nombre a Marta Abreu y su hermana Rosa, las dos primeras hijas de Don Pedro Nolasco González Abreu que cuando adquirió la hacienda tenía dos hijas solamente y la nombró así en honor a ellas, en dicha hacienda  existió  un ingenio de igual nombre que fue quemado por la “tea incendiaria” de la insurrección cubana en 1875 junto con dos ingenios más de la zona.

    (6)  Veitía Ferrer, Agustín. Ob. cit. p 38.

    (7)   Ibídem. p 36

    (8) Raimundo Cabrera Bosch (1852-1923): ensayista, periodista, abogado y patriota. Participó en trabajos revolucionarios durante la Guerra de los Diez Años. A los 17 años trató de fugarse de la isla para unirse a las juntas revolucionarias de los emigrados cubanos en Estados Unidos pero fue detenido por las autoridades españolas antes de abandonar Cuba y confinado a la Isla de Pinos. Al salir de la cárcel, fue deportado a España donde se graduó de abogado en 1873. Después del Pacto del Zanjón en 1878, cambió de sentir político y se unió al partido de los autonomistas. Al estallar la Guerra de 1895, Cabrera nuevamente colabora con la causa independentista. Se exilió primero en Europa, después en los Estados Unidos en la ciudad de Nueva York donde publicó el periódico “Cuba y América”. Regresó a La Habana al terminar la Guerra donde realizó una vasta producción literaria consistente en cuentos, poesías y relatos autobiográficos.

    (9) García Garófalo Mesa, Manuel ob.cit p 291.

    (10) Ibídem p 302

    (11) Nicolás Salmerón (1838-1908): político, abogado y filósofo español, presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República durante mes y medio en 1873. Fue catedrático de Historia Universal en la Universidad de Oviedo y de Metafísica en la Universidad de Madrid.

    (12) Rafael María de Labra Cadrana (1840-1918): ideólogo y político español, liberal y republicano, activo antiesclavista y escritor prolífico. Fue gran activista de la Sociedad Abolicionista Española fundada en 1865, siendo presidente del Comité Ejecutivo desde 1868 a 1876 en que ocupó la Presidencia de la Sociedad, que se disolvió en 1888, una vez erradicada la esclavitud.

    (13) Leandro González Alcorta (1861-1923): es considerado un pionero de la Pedagogía cubana de inicios del siglo XX en la provincia de Pinar del Río. Español de nacimiento, en 1882 es enviado a Cuba para cumplir el servicio militar, la vida en el cuartel no le impidió proseguir los estudios que se habían quedado interrumpidos e ingresa en la Universidad de La Habana donde se graduó en 1883 de Licenciado en Filosofía y Letras. Ese año empezó trabajar como catedrático en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río donde brillaría su labor como pedagogo. No pudo ser indiferente a la situación política y poco a poco fue convirtiéndose en defensor de los ideales cubanos. Por estas ideas fue perseguido y en 1896, separado de su cargo de catedrático. Marchó a España y emprendió una campaña a favor de Cuba. Por esta razón fue condenado a prisión en agosto de 1896, bajo libertad condicional viajó al sur de Francia, New York y de allí a México donde se reunió con su familia.

    (14) García Garófalo Mesa, Manuel. ob.cit., p. 136.

    (15) Ibídem, p.134.

    (16) Veitía Ferrer, Agustín. ob. Cit. p. 121.

    (17) García Garófalo Mesa, Manuel. Ob. Cit. p 162

    (18) Ibídem, p 162.

    (19) Ibídem, p.172.

    (20) Colectivo de autores. ob. cit.

    (21) García Garófalo Mesa, Manuel. ob. cit. p. 14.

    (22) Ibídem, p 182.

    (23) Ibídem, p 187.

    (24) José Antonio González Lanuza (1865-1917): Licenciado en Derecho Civil y Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Conspiró en la Revolución de 1895, por lo que sufrió prisión en La Habana y Ceuta. Indultado dos años después marchó a Nueva York donde continuó con su labor independentista. Regresó a la patria en 1898. Resultó delegado a la Asamblea de Santa Cruz del Sur y comisionado con Calixto García para tratar con el gobierno de Estados Unidos el licenciamiento del Ejército Libertador. Fue nombrado Secretario de Instrucción Pública y Justicia del gobierno interventor norteamericano. Se propuso reorganizar la enseñanza superior con planes de estudio en las diversas carreras. Fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad, a partir de 1907, miembro de la Academia de Historia y Representante y dirigente a la Cámara.

    (25) Veitía Ferrer, Agustín. ob. cit., p.128.

    (26) Ibídem, p 129.

    (27)  García Garófalo Mesa, Manuel. ob. cit.

    (28) Martínez Rodríguez, Florentino (1951). Marta Abreu y Arencibia. Biografía de una mujer excepcional. Editorial Lex, La Habana, p 169.

    (29) Ibídem, p.170.

    (30) García Garófalo Mesa, Manuel. ob.cit., p. 130.

    (31) Martínez Rodríguez, Florentino. ob.cit., p. 151.

    (32) Veitía Ferrer, Agustín ob. cit., p. 73.

    (33) Martínez Rodríguez, Florentino ob. Cit., p. 174.

    (34) García Garofalo Mesa, Manuel. ob. cit. pp. 218-219.

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