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    José Surí Águila (1696-1752)

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    En su corta edad no podía autovalorar que poseía una capacidad intelectual extraordinaria.No obstante brotaron de su imaginación los primeros versos alusivos a las tareas que realizaba, de forma tal que ya convertido en un poeta, viajó al poblado y ansioso de instruirse buscó ayuda.

    Nació en la villa de Santa Clara el 26 de octubre de 1696, hijo de Don Dionisio Surí y Doña María del Águila. Esta familia volvió a Remedios donde se radicaron durante la niñez de José Surí, allí perdió a sus padres. Desamparado y sin ocupación acudió al favor de un hacendado quien lo empleó para realizar trabajos agrícolas.

    En su corta edad no podía autovalorar que poseía una capacidad intelectual extraordinaria.No obstante brotaron de su imaginación los primeros versos alusivos a las tareas que realizaba, de forma tal que ya convertido en un poeta, viajó al poblado y ansioso de instruirse buscó ayuda.

    Estudió la Lengua Latina, Historia, especialmente la Sagrada, lo que sirvió para mejorar su lenguaje poético y también tuvo facilidades para aprender los conocimientos médicos de la época, consiguió libros y los aprovechó muy bien y con la práctica, alcanzó cierto respeto entre sus conciudadanos.

    Manuel García Garófalo Mesa dijo de él: “Pobre campesino que en su infancia trocó el arado por la lira y de ella brotaron en asombrosa fecundidad versos sonoros, que aún hoy pueden ser modelos de metro y de dicción, sin estudios se hizo médico y farmacéutico, y poseyó en raro sonoro la ciencia y la poesía, el remedio del organismo y el bálsamo del espíritu”. (*)

    Después del año 1730 se domicilió en Santa Clara con su familia porque había contraído matrimonio con Doña Águeda García, primera directora de escuela que tuvo Santa Clara en la creada por el Padre Conyedo para las niñas. Tuvieron varios hijos y uno de ellos, José Francisco Surí García, bachiller, se destacó como profesor de Medicina y Cirugía.

    A la llegada de Surí a la villa de Santa Clara no existían suficientes médicos, ejerció la medicina más por humanidad que por otros intereses. Por sus aciertos con los enfermos, se ganó la aceptación pública hasta el punto de preferirlo a él que a los facultativos profesionales que existían. Esto causó malestar en aquellos y lo denunciaron al Protomedicato por ejercer la medicina sin poseer título acreditativo, considerado como Hombre intruso en la ciencia, de modo que fue llamado a La Habana ante el Capitán General en 1743.

    Se presentó ante un tribunal acusado de graves cargos, logró aplazar la audiencia aludiendo necesidad de descansar del largo viaje desde Santa Clara hasta La Habana, pero en realidad quiso ganar tiempo para presentar de memoria y en versos un tratado de medicina con los conocimientos de esta ciencia propios de la época. Dejó estupefacto a los miembros del Tribunal quienes además de aprobarlo en Medicina, Cirugía y Farmacia, lo felicitaron por su capacidad y su ocurrencia y le autorizaron a poseer una farmacia en su casa. Fue admitido por el Cabildo en sesión del 23 de septiembre de 1743, donde prestó juramento y se le entregó la insignia correspondiente que consistía en un bastón de plata liso.

    Se estableció la primera farmacia en la villa, aunque desde antes ya el francés Dubois de la Rosa había incursionado en esta profesión pero con un simple depósito de ungüentos. En 1746 fue designado por el Protomedicato, médico cirujano del Hospital de Caridad. Su extraordinaria facilidad para memorizar le permitía dar una ojeada a los escritos y recitar los versos. En 1761 por encargo de la municipalidad escribió un entremés que se puso en escena por motivos de las festividades del Corpus Christy. También era aficionado a la música y tocaba el violín. De su obra poética quedaron algunos ejemplares, todos de carácter religioso, dedicados a la virgen y a los santos y uno que hizo por encargo de un amigo.

    Murió el 30 de octubre de 1762 cuando acababa de cumplir 66 años, su cadáver por orden de su voluntad, fue sepultado sin caja en un sitio de la Parroquial Mayor. Sus restos como los de otras tantas personalidades de Santa Clara desaparecieron con los constantes cambios de lugar que sufrió el cementerio antes de llegar al lugar definitivo donde se encuentra actualmente.

    En vida perteneció a la Tercera Orden San Francisco, de ahí que se le conociera como “Hermano Surí”. José Surí Águila está considerado como el primer poeta villaclareño que se conozca.

    Cita bibliográfica:(*) García Garófalo Mesa, Manuel. Los Poetas Villaclareños. La Habana 1927, p 7.

    (Autora: M Sc Hedy Águila Zamora, profesora e Historiadora de la Ciudad.)

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