En 1826 nació en Santa Clara Juan Nicolás del Cristo, en un hogar de modestos recursos. Aunque su padre se llamaba Venancio José Valdés, fue conocido por del Cristo, denominación que alcanzó a todos los miembros de la familia. Con los años y el aporte económico de su esposa, Virginia Cordovés, instaló una farmacia frente a la Plaza Mayor. En el fondo del local se ubicaba el hogar de la familia.
Por el lugar que ocupaba, la farmacia se convirtió pronto en sitio de reuniones y tertulias de los más connotados representantes de la sociedad villaclareña opuestos al colonialismo español. En sus portales convergían Miguel Gerónimo Gutiérrez, Eduardo Machado, los Lorda y otros hombres de ideas progresistas. Este se convirtió en el lugar propicio para la organización de los patriotas de la localidad en su empeño por incorporarse a la lucha armada, iniciada por el Céspedes el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua.
Del Cristo estuvo inmerso en los trajines conspirativos, a los que dio su apoyo, y su vivienda, más segura en el interior de la farmacia, que en sus portales, para realizar las reuniones. En ese tiempo prestó ayuda en tareas de propaganda y acopio de fondos, incluso con sus propios recursos económicos. En febrero de 1869 se alzó junto a sus compañeros de la Junta Revolucionaria, pero en el mes de abril fue capturado por los españoles, y junto a otras personalidades locales, fue deportado a una pequeña aldea de Andalucía.
La ausencia y la preocupación por su esposa y los hijos no quebraron su determinación patriótica ni sus firmes convicciones. Concluida la guerra con el Pacto del Zanjón regresó a Santa Clara, tan firme y estoico como había salido, y estuvo dispuesto a continuar la lucha cuando comenzó el nuevo enfrentamiento armado en 1895, al que prestó toda su colaboración y en la que perdió a su hijo Antonio.
Las condiciones de vida de Nicolás del Cristo y su familia fueron muy precarias, la guerra significó para él, como para muchos cubanos, la ruina de los negocios, por lo que debió vivir en la casa que le ofreció uno de los asiduos visitantes a su farmacia. Y así, pobre, pero con la dignidad y honradez que había marcado toda su vida como principal tesoro, murió en Santa Clara el 7 de agosto de 1906.
(Autora: Lic. Migdalia Cabrera Cuello, especialista, Oficina de Asuntos Históricos Comité Prov. PCC)